La primera Serenata a la Pachamama se celebró en Lozano, Jujuy. El encuentro estuvo impulsado por Los Tekis, que quieren instalarlo en la agenda de festivales del país. Hubo rituales de ofrendas, música de grupos del norte y baile.
Por Juliana Rodríguez
05/08/2013 00:08
Jujuy no es sólo el lugar donde el visitante puede sacar fotos de siete colores y comprar artesanías. En Jujuy se puede uno dejar devorar por la inmensidad de la Puna; aprender con la experiencia qué significa "corpachada", "soroche" o "tijitincha"; probar el gusto de helado "queso y dulce de batata"; escuchar las variantes de los sonidos andinos mientras pasa el vuelo rasante de un erque; o recorrer algunas de las tantas fiestas regionales, como la Serenata a la Pachamama en honor a la Niña Yolanda.
"Ramito de albahaca/ niña Yolanda dónde estará", canta la letra de Zamba de Lozano, compuesta por J. Manuel Castilla y Gustavo "El Cuchi" Leguizamón. Allí, en la localidad de Lozano, a 20 kilómetros de San Salvador de Jujuy, aún está la finca donde aquella Niña Yolanda (Yolanda Pérez de Carenzo, poeta y pianista, hija del gobernador de Jujuy, que murió en 1968) recibía, amparaba e impulsaba a artistas e intelectuales, desde Atahualpa Yupanqui a Pablo Neruda. Y ahora, delante de la casa cuyas paredes aún conservan mensajes y papelitos que testimonian quiénes pasaron por ahí, se montó un gran escenario, en el que se celebró el sábado la "Primera Serenata a la Pachamama", impulsada por Los Tekis, a la que fue invitado el suplemento VOS.
La tradición andina lo deja en claro, antes de celebrar hay que agradecer. El festival comenzó con la "corpachada", el clásico ritual de ofrendas a la Pachamama. Frutas, verduras, yerbeado, porotos, cerveza, chicha, Coca-Cola, galletitas Surtido, tamales, chupetines, quínoa, puflitos. Hay una explicación para la variedad del banquete que se ofrece a la Pacha y que cada uno vierte en el hueco que simboliza la boca de la Tierra. Hay que darle de comer lo mismo que uno come. "Todo debe ser ofrendado, no debemos quedarnos con nada. Lo que le das a la Pacha es lo que vas a recibir", explica una jujeña mientras alrededor del hueco uno a uno los oferentes se van arrodillando y alimentan a la deidad, tras "sahumar" los regalos. Algunos encienden cigarrillos con el incienso y los ofrendan. Se ve de lejos como el tabaco se consume solo, como si el pulmón de la tierra fumara con placer tras el almuerzo.
Al final, se esparcen hojas de coca que el viento norte se encarga de desparramar por todo el predio y se cubre con tierra el hueco satisfecho. "Hay que tapar la boca de la Pachamama", explica Maryta de Humahuaca, apenas termina de cantar en el ritual. Ella también tiene una manera simple de explicar la cosmovisión andina: "Pachamama es espacio más tiempo. No es sólo la Tierra, es todo. Es la tierra, el sol, la luna, la nube, vos, yo". Y enseguida, para darle cuerpo a esa idea que no separa espacio y tiempo, los asistentes celebran el aquí-ahora con música, baile y vino. Y se larga la fiesta de la Serenata.
Reír, reír, reír
Hace años ya que el grupo
Los Tekis visibilizó en todo el país las tradiciones jujeñas de la Pachamama o el Carnaval. Ahora, la banda apuesta a que la tradicional serenata que desde hace años se hace en nombre de la Niña Yolanda se convierta en un festival que se destaque en el calendario folklórico. "Nosotros somos padrinos de este lugar", explica Pucho, de Los Tekis, en referencia a la casa en Lozano. El año pasado murió el hijo de la Niña Yolanda, Carlos Marcelo Carenzo, cuya familia los ayudó a editar el primer disco. "La idea es agradecer el gesto, rescatar este lugar mágico y hacer todo lo que hace falta para que esto siga, para que Jujuy tenga un festival que lo represente a nivel nacional", agregó. Este primer festival contó con el apoyo del Gobierno de Jujuy.
Entre huaynos, chacareras, zambas y carnavalitos, siguió una jornada de festejo que comenzó con el fuerte sol del mediodía y terminó con el frío andino de la medianoche. Sobre el escenario pasaron grupos varios, y entre ellos se destacaron Los Amarantitos, unos 30 niños tan chicos que sus charangos y sikus parecían enormes. Ellos también se formaron con las lecciones de Amaranto Chañis, maestro de generaciones de músicos en su peluquería (entre ellos, Los Tekis), que murió este año. La jornada fue pródiga en sonidos, siguieron Los de Jujuy, Las Cuatro Cuerdas, Capi Nieva, Diableros jujeños, Micaela Chauce, Maryta de Humahuaca. El combustible para seguir el baile fue el vino, el locro, las hojas de coca que se adivinaban en los cachetes inflados del público; y la manera de mantenerse en pie fue levantar el polvo de la montaña con pasos de chacarera.
Para cuando llegó el turno de El Chaqueño Palavecino, el público estaba en el punto justo de la celebación. El salteño fue recibido con una ovación y dio rienda suelta a su usual maratón de canciones, por casi dos horas. Finalmente, Los Tekis llegaron al escenario. Recibidos como genuinos rockstars, los jujeños comenzaron un show potente con su versión de Marcha de la bronca, del álbum Rock & Tekis, disco que encabezó el repertorio de la noche, con los instrumentos andinos al servicio de sus versiones que fusionan folklore, rock y cumbia de Arde la ciudad, Himno del cucumelo, Yo tomo o Yo no me sentaría en tu mesa. Un aparte fue el momento en el que sonaron los vientos del invitado Toto Valle en Pupilas lejanas.
La noche siguió con clásicos de la banda, como Cómo has hecho o Llorar, llorar, llorar. Pero nadie lloraba entre el público, el talento para pasarla bien de los jujeños es otra muestra de la vitalidad de su aquí-ahora. Y queda todavía todo el mes para agradecer y homenajear a la Pachamama. En Córdoba, el 24 de agosto celebran la Peña del Éxodo Jujeño, en el Club Juniors, con la presencia de varios de los artistas que participaron en esta serenata.