viernes, 8 de noviembre de 2013

Con la marca de Los Copla

El dúo celebra la última peña del año en el Comedor Universitario, junto a Peteco Carabajal y Arbolito.

Por Santiago Giordano 08/11/2013 00:00

El año peñero empieza a terminar. Acaso para enseguida dar comienzo a otro, en el agite de los patios veraniegos y el vértigo festivalero, pero esa será otra historia. En tanto, para el final de este "ciclo lectivo", en el Comedor Universitario, templo de cuchipandas estudiantiles en las que se maceran legítimos rasgos de la mejor identidad cordobesa –esa que se compone de llegadas, convergencias e integraciones enriquecedoras–, el Dúo Coplanacu celebrará encuentros. El sábado desde las 22, Roberto Cantos y Julio Paz, santiagueños nacidos en Córdoba como dúo, compartirán como anfitriones la noche con Peteco Carabajal y Arbolito, para continuar lo que hace décadas comenzaron y otra vez hacer cantar y bailar con ese modo simple y directo que los colocó en un lugar de privilegio en el afecto del púbico y el respeto de sus pares. Como si esto fuera poco, el maestro de ceremonias será el "Negro" Valdivia.
"La peña es el lugar en el que mejor nos encontramos, es ahí donde se dan los momentos en los que creemos como artistas, que tiene que ver con el encuentro, la participación. Donde se canta, se escucha y se baila", asegura Roberto Cantos en diálogo con VOS. "A lo largo de nuestra historia como dúo logramos recuperar la idea de peña, que tiene mucho que ver con la identidad de los cordobeses –interviene Julio Paz– y para eso contamos con la complicidad de muchos compañeros músicos y también bailarines. Gente como el mismo 'Negro' Valdivia o Silvia Zerbini, con sus talleres de danza, resultaron fundamentales para enriquecer la convivencia y la participación en las peñas".

En aquellas peñas que en la década de 1990 constituyeron en refugio ante continuos vaciamientos se amasaba mucho de lo que hoy tiene verdadero sentido en la música argentina. "Para nosotros fue muy natural hacer lo que hicimos y nunca especulamos con la peña –asegura Cantos–. También nos gusta presentarnos en una sala, claro, por ejemplo cuando queremos presentar un disco. Pero nuestra forma de ser y nuestro estilo tienen que ver con los ámbitos más abiertos y de intercambio".
"Somos gente sencilla –agrega Paz– y desde una ciudad como Córdoba no podía ser de otra manera. Acá convergen una cantidad de changos de todo el país y nosotros somos esos changos. Cantamos para ellos como parte de ellos. Creo que nuestra vigencia tiene que ver con eso, sin buscar demasiadas explicaciones".

Las peñas de Los Copla son una marca que trasciende las fronteras de Córdoba. Hace unos días en la Ciudad Cultural Konex, en Buenos Aires, el dúo celebró con la misma intensidad una noche compartida con Ácido Criollo y Peteco Carabajal, además de la Orquesta Delio Valdéz en el cierre. Meses antes había hecho lo mismo con Arbolito. "Es que en muchos aspectos, las características de ser joven son las mismas en todo el país –explica Cantos–. En Buenos Aires encontramos un espacio ideal y gente con la que compartimos esta idea de peña. Con Julio siempre pensamos que sería hermoso poder comprar una gran carpa y andar por todo el país llevando la peña como alguna vez se llevaban los circos".
"La misma changada que siente de esa manera la peña en Córdoba, la encontramos en Buenos Aires y en cada lugar que vamos –agrega Paz–, sobre todo en estas épocas, en las que se nota las distancias entre distintos géneros se van acortando y eso es enriquecedor".

Para cantar o para bailar, Los Copla nunca sacrificaron ante el fervor peñero la elaboración de un estilo inconfundible y sobre todo la elección de repertorios con sentido y profundidad, al que el mismo Cantos c
ontribuyó con creaciones propias, bellas y precisas, como Retiro la norte, Pájaro lluvia, Mientras bailas, Taquetuyoj o esa Peregrinos que al final de cada actuación de los Copla anima un profuso "sacha pogo".
"Creemos en la canción como vehículo de emoción y creemos que todo comienza en la belleza. Sin eso no hay profundidad y sin ese mensaje la peña se convierte en un simple baile", añade. "Por eso siempre buscamos artistas afines con los que compartir las peñas –concluye Cantos– y en este caso contar con un hermano como Peteco y la energía particular de Arbolito, además de un placer enorme, es garantía de envergadura artística y un mensaje claro".

Para ver
Peña de Los Copla
Se presenta el Dúo Coplanacu, Peteco Carabajal y Arbolito. El sábado, a las 22, en el Comedor Universitario (Ciudad Universitaria). Entradas anticipadas a $ 100, en disquería Edén (Obispo Trejo 15) y www.edenentradas.com.ar.

Fuente: Vos http://vos.lavoz.com.ar/folclore/con-marca-copla

martes, 5 de noviembre de 2013

Tierra de baile y canto


ARGENTINA. Los cuatro puntos cardinales del folklore 

País de países, Argentina atesora tantos usos folklóricos como ascendencias tienen sus habitantes. La música es un buen ejemplo para entrar en ese mundo mestizo, tan fascinante como complejo: peñas clásicas y modernas, marchas y eventos, shows en vivo y reductos para escuchar los sonidos que representan a cada rinconcito de nuestra tierra.

Por Pablo Donadio

¿Qué es y hasta dónde llega el folklore argentino? Quizá esa pregunta, tramposa desde el vamos, tenga tantas respuestas como personas habitan el país. Hace dos años La Mona Jiménez se coronó rey de Cosquín al hacer reventar la Próspero Molina, y volvió a plantear la recurrente discusión sobre si el folklore es más que ritmos de gato, zamba y chacarera, y si técnica y talento pueden prescindir de carisma.

“Justamente en Córdoba, donde está la mayor concentración de festivales folklóricos, aún se preguntan si puede incluirse al cuarteto en el género folklórico. Creo que el mundo musical está menos prejuicioso, y hay una nueva generación que ha evolucionado en todo sentido, apropiándose de expresiones regionales que incluyen también la música latinoamericana. La gente sigue defendiendo lo tradicional, pero acepta y hasta pide otras cosas, obligando a los festivales a aggiornarse”, observa José Luis Castiñeira de Dios, músico y creador del conjunto de fusión folklórica Anacrusa, además de director de la Orquesta de Música Nacional Juan de Dios Filiberto y responsable de la Dirección Nacional de las Artes. En torno de ese folklore con márgenes cada vez más difusos, nos atrevemos a trazar una ruta del centro al norte del país, pasando por este y oeste, con algunos espacios para disfrutar de la comida regional y la música como vibración de una región y fiesta de los pueblos.

BIEN PORTEÑO 
¿En la Capital? Sí, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se inicia la ruta del folklore, gracias a un circuito de peñas nacidas o coordinadas gracias a emprendedores de aquí y de otras provincias. En el centro, en el conurbano o ya en la provincia las hay tanto más tradicionales –con gente emponchada, estilos de baile y costumbres que se asocian al “folklore de antes”– como las que representan a las nuevas generaciones, que ponderan la expresión corporal o la danza “estilizada”. Incluso con peñas electrónicas como la del Konex, que suele juntar a amantes del bombo y la guitarra criolla con rockeros o punks.

En general, las peñas se dividen en dos: “para escuchar” y “para bailar”. En las primeras se alistan, por ejemplo, la Peña del Colorado y Los Cardones. Ambas ofrecen carbonadas, empanaditas norteñas y tamales, y reúnen conjuntos y ciclos de solistas que recién se inician así como a destacados artistas nacionales. La onda allí es cenar y escuchar música en vivo, para después quedarse en pequeños grupos a plena guitarreada, en general de miércoles a domingo, aunque los fines de semana la cartelera es más prometedora. Y La Paila es con su aire norteño una excelente propuesta para una noche en pareja. Entre las peñas bailables sobresale Los Cumpas, de neta raíz jujeña, con valores como Tomás Lipán o Bruno Arias entre sus artistas frecuentes. Se realiza cada mes y medio y se puede comer allí locro, humitas y tamales, igualitos a los de la Quebrada de Humahuaca. En Olivos, La Ribera propone un ambiente familiero y artistas en vivo que mezclan lo santiagueño y andino a la vez. Se realiza todos los segundos sábados del mes, pero a partir de diciembre y hasta marzo está cada fin de semana.

Hacia el oeste se destacan la Peña del Duende Cardozo y La Payanera, atendida por sus dueños y organizadores, responsables del conjunto La Payana. Comúnmente se hace una vez al mes (la próxima se anuncia para el 10 de noviembre), siempre con artistas convocantes. En Muñiz, todos los domingos la plaza Las Carretas celebra en su anfiteatro el baile y la música, y lo mismo ocurre en Moreno en la plaza Bujan, una suerte de “Mataderos II”. Ya en La Plata, La Salamanca es el espacio joven por excelencia y cuenta con artistas fijos de la talla del Cuervo Pajón, Javi Caminos, Fran Lanfré y Milena Salamanca, además de comidas típicas. Finalmente, esta selección bonaerense concluye otra vez en Capital con la tradicional Feria de Mataderos, famosa por llenar las avenidas De los Corrales y Lisandro de la Torre a puro baile, con hileras de feriantes y comidas al por mayor cada domingo. Declarada Patrimonio Intangible Cultural de la Ciudad, han pasado por allí artistas de la talla de Pedro Aznar, Jaime Torres, Víctor Heredia, Antonio Tormo, Eduardo Falú, Ramona Galarza, Chango Spasiuk y Soledad Pastorutti.

AROMAS DEL LITORAL
Tomando la RN9, Rosario espera con su histórica ligazón a la música y la cultura. En pleno centro, entre las plazas Libertad y Sarmiento, El Aserradero suele tener artistas destacados todas las semanas, para disfrutar desde sus mesitas de madera bien provistas de empanaditas, asado o un buen pescado del Paraná.

La Trunca, a diez cuadras del río, también se destaca por las comidas tradicionales y abre sus mesas al baile. Su interesante portal anticipa los artistas que estarán en vivo con tiempo necesario para hacer reservas. En tanto El Hornero, a tres cuadras de la costanera, hace gala de su parrilla y sus pastas, y supo promocionar clases de folklore “tradicional” y encuentros milongueros. Otros espacios como La Yapa y restaurantes del centro como Doña Ross presentan ocasionalmente conjuntos y solistas de música folklórica.

Siguiendo camino hacia Entre Ríos, Gualeguaychú presenta a La Madriguera como un reducto folklórico destacado, con artistas permanentes en vivo y mucho baile. Y la llegada del buen clima anuncia, como el año pasado, la “tradicional peña folklórica” en la Playa Papaya, junto al río y con “empanadas, vinos, pizzas, picadas y más”. Más adentro de la provincia, se destacan espacios donde predomina la movida universitaria que cada tanto lleva adelante peñas sin fecha fija, y algunos emprendimientos como la de la Asociación Civil sin fines de lucro en honor a Comitas, paranaense y ex delantero infalible de Boca Juniors, que tiene su propia página de Facebook y una legenda clara: “Paraná es de Boca. Visite peña Jorge Comas”.

En Corrientes y Misiones se incorpora ya, de manera ineludible, el lenguaje de fueye. Peñas pero sobre todo restaurantes, paradores y casas de familia hacen del acordeón una forma de expresión cotidiana, consumada en el chamamé enraizado de Los de Imaguaré, Raúl Borboza o los Cocomarola, por siempre. “A veces se habla de una región nombrando el color de la tierra o un río llamado de tal manera. Pero cada región tiene una vibración, un mundo sonoro completo. Y parte de ese lenguaje puede desarrollarse con una música folklórica determinada, tocada con un instrumento. En mi caso con el acordeón, con el que me he encontrado misteriosamente diciendo cosas, con la necesidad de expresarme allí”, cuenta Horacio Chango Spasiuk, tratando de explicar la sensibilidad que contiene esa corriente inmigratoria de Europa del Este que lleva dentro, tanto como su arraigo al pago misionero.

EN EL CENTRO DE LA ESCENA 
Córdoba, como se ha dicho, lidera en festivales: Cosquín (fiesta nacional), Jesús María (doma y folklore), Laborde (malambo), Deán Funes (de la tradición), Villa de Soto (serenata), como vidrieras de un regionalismo que se expresa cotidianamente. En la capital, una excelente parada para comprobarlo es la Peña del Comedor Universitario (una vez por mes) detrás del pabellón Argentina de la Ciudad Universitaria. Horacio Banegas, Raly Barionuevo y Jairo son algunos de los nombres que han llegado al pago también para la Peña Trashumante, realizada últimamente en el Club Atenas, así como otros encuentros que promueven músicos destacados como el dúo Coplanacu. Para no perderse, la peña tradicional de Facundo Toro lleva la impronta cordobesa y amigos festivaleros del pelilargo cantante y dueño de casa, como el chayero riojano Sergio Gallegillo, Rubén Patagonia y tantos otros.

Mendoza, por su parte, hace honor a Armando Tejada Gómez y a los muchos festivales folklóricos como el del Agro y el Canto en Guaymallén, el de la Tonada en Tunuyán o la Fiesta de Lagunas del Rosario en Lavalle. Además incluye celebraciones folklóricas en la propia Vendimia. Espacios peñeros como la parrillada de los hermanos Manduca en Godoy Cruz o las Tardecitas de Folklore en plaza Pedro del Castillo, Mendoza capital, son espacios para aprender bailar, enseñar y disfrutar.

TIERRA DE CHACARERAS
Santiago del Estero es la provincia más antigua del país y sede permanente de fiestas emblemáticas de nuestro suelo, desde el festival de La Salamanca, celebrado cada febrero en La Banda, a la ya tradicional Marcha de los Bombos, que congrega a miles de bombistos y visitantes en julio, pasando por el cumpleaños de la abuela Carabajal y la Fiesta del Violinero en agosto.

En la capital provincial hay un clásico dominguero imperdible, el Patio del Indio Froilán (Av. Libertador y entrada a barrio Boca del Tigre). La casa del luthier de bombos y su compañera Tere se viste de fiesta cada semana, y allí todo Santiago y sus muchos visitantes se juntan a probar arropes de mistol y tuna, a bailar con las chinitas más bellas y los jóvenes más churos, compartiendo algo bien propio: el amor a la chacarera. Su escenario está abierto a grandes nombres (Horacio Guarany, Peteco Carabajal y hasta Divididos), así como a conjuntos regionales que se inician. Ya un poco más enfocado a la clase media alta capitalina, Upianita se emplaza como parte del viejo Camino Real, y cada sábado congrega a familias enteras para bailar y cantar a ritmos de intérpretes únicamente locales. “Ahora Benteveo es lo nuevo en el kilómetro 9 de la RP1 que lleva al Misky Mayu (río Dulce), donde hay también cabañas, quinchos y camping para pasar todo el día meta chacarera”, cuenta Bhina Guzmán, colega santiagueña del portal Terra Viva. Hay que llegar a la Villa Atamisqui, más al sur, para disfrutar de otro reducto imperdible en la casa de Elpidio Herrera. Allí el músico, compositor y luthier de la sacha guitarra convoca conjuntos para terminar luego con su propia agrupación arriba del escenario. La casa de Carlos Carabajal en La Banda, Jirafa Pub en la capital, La Casa del Folklorista (frente al Parque Aguirre) y la Casa Latinoamericana completan un panorama que, al igual que en el Litoral, tiene su mejor expresión en las juntadas y guitarreadas familiares, sin previo aviso.

ENTRE INQUIETOS DIABLITOS 
Tucumán merece su parada sólo para recordar a Mercedes Sosa, y Pukúa, en la capital provincial es un buen lugar para ello por sus espectáculos y talleres de canto y música, además de excelentes menúes gastronómicos. Los jueves de folklore de Patio Lorca; la música, el locro y la humita en chala de La 9 de Julio, junto a El alto de la Lechuza, “primera peña de nuestro país” –como afirman sus responsables– amplían la oferta folklórica.

En Salta tampoco hay que perderse la sucursal de Los Cardones o la Casona del Molino, cuyo patio colonial presenta cada noche diversos artistas. Y ni hablar de la peñaboliche Balderrama, “templo mayor del folklore”, inmortalizado por Manuel Castilla y Cuchi Leguizamón.

Sin embargo, es la llegada a Jujuy la que da cuenta de un cambio radical en las músicas folklóricas. Con neta esencia carnavalera, bailecitos, cuecas, taquiraris y carnavalitos se amigan con tinkus, sayas y caporales para dar color y festividad a estas tierras, que como decía Mijaíl Bajtín hacen vivir el Carnaval “en las fronteras entre el arte y la vida”. Si bien algunos escritos aseguran que estas manifestaciones tienen su origen en las fiestas paganas de hace 5000 años en Sumeria y Egipto, y en las celebradas en Roma para venerar a Saturno, señor de la Cosecha, nadie puede discutir la personalidad e identidad de los carnavales de los pueblos del NOA, enlazados a la madre tierra y con la Quebrada de Humahuaca como insignia. En San Salvador pueden visitarse La Esquina y La Yapa Peña, y ya en camino quebradero la peña Entre Amigos aparece bajo el encanto del cerro de los Siete Colores de Purmamarca. Un poco más arriba, en Tilcara, la peña de Carlitos, frente a la plaza principal, reúne visitantes y vecinos al ritmo de los sikus. Y muy cerca, otras peñas como Chuspita o El nuevo progreso les dan vida a bares y restaurantes. Finalmente, en Humahuaca, lo de Fortunato Ramos presenta músicos locales mientras se degustan platos regionales, al igual que en la casa de Ricardo Vilca, el maestro jujeño de la música y el silencio.

Fuente: Página 12
              http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/turismo/9-2678-2013-11-04.html

lunes, 4 de noviembre de 2013

Seis cuerdas bien argentinas


Héctor Tortosa acaba de publicar un trabajo fundamental, que traza una geografía de la guitarra en el folklore.

Por Santiago Giordano 03/11/2013 00:00

La guitarra es uno de los emblemas más sólidos de la música argentina de raíz folklórica. Sin embargo, en muchos aspectos su estudio todavía espera profundizaciones que ayuden a trazar su gramática, estudios que vayan más allá de la tradición oral a la que en gran parte la guitarra pertenece. Héctor Tortosa, docente, guitarrista y compositor, comenzó hace varios años la inmensa tarMelos, con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes: La guitarra en el folklore argentino.
ea de codificar el idioma de muchos de los artífices de las seis cuerdas en la música argentina, y lo acaba de materializar en un libro recientemente editado por

Acompañamiento, ritmo, melodía, arreglos. Un trabajo monumental, que parte de la transcripción de ejemplos concretos y estudia el complejo y rico lenguaje de la guitarra a través del tiempo en los distintos géneros del folklore. “Hace muchos años que doy clases de guitarra y siempre a la hora de hablar de folklore sentía la ausencia de un material específico para guitarristas que desarrolle los aspectos fundamentales de ese lenguaje tan particular, desde los rasguidos hasta otras habilidades que es necesario conocer y desarrollar a la hora de interpretar nuestra música”, dice Tortosa, docente de en La Colmena y formador de varias generaciones de guitarristas.

“A lo largo de varios años fui años transcribiendo en partituras y analizando ejemplos de los intérpretes más destacados, para poder de esta manera usarlos como material en mis clases –continúa Tortosa–. Al cabo de un tiempo me di cuenta que había ordenado un material que resultaba interesantísimo para compartir con otros guitarristas. Así fue como en un encuentro con el maestro Juán Falú, en el festival Guitarras del mundo, le comenté lo que estaba haciendo y él no tuvo dudas. ‘Pedí una beca al Fondo Nacional de las Artes y editalo’, me dijo. Y lo hice”.

Familias musicales

El trabajo, que cuenta con la colaboración de Gabriel Ábalos, se articula a partir de la organización en familias rítmicas y desarrolla aspectos teóricos e históricos, entre otras explicaciones útiles para comprender el lenguaje de la guitarra en el folklore. Se extiende con ejemplos tradicionales extraídos de transcripciones textuales de clásicos como Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú y Abel Fleury y se extiende hasta ejemplos más modernos extraídos de Los Andariegos, Chango Farías Gómez y Raúl Carnota, entre muchos otros. “Al final logré hacer un libro que creo que ofrece un fiel reflejo del espectro estilístico de la guitarra en el folklore –explica Tortosa–. Incluyo más de 120 ejemplos analizados, contextualizados y escritos en partitura, donde desarrollo las 20 especies musicales más interpretadas actualmente en nuestro país, desde la zamba y la chacarera hasta el chamamé y el bailecito, pasando por el carnavalito, el loncomeo, la milonga, el hayno y otros. La idea desde un principio fue también mostrar las sutiles diferencias interpretativas de cada género y cada intérprete y las particularidades de la geografía guitarrística argentina. Es decir distinguir esos rasgos que nos permite conocer y sostener en el tiempo una diversidad cultural musical que muchas veces esta relativizada por las comercializaciones festivaleras”.

“Estoy convencido que no sólo los guitarristas lo sabrán aprovechar –concluye Tortosa–. También los intérpretes de otros instrumentos, los docentes de música y quienes se interesen en el folklore”.

Fuente: Vos (http://vos.lavoz.com.ar/folclore/seis-cuerdas-bien-argentinas#)